martes, 29 de mayo de 2012

El flautista de Hamelin y los Malos

Me sugiero para mismo, que la idea de inventar un cuento no ha sido un trabjo muy normal para mí, y menos inventar uno de acuerdo a las excelentes y divertidas propuestas de Rodari. Creo que sera un proyecto divertido. Para empezar, despues de leer algunas de las ideas de Rodari, me pareció que debía de inventar mi cuento, partiendo de la idea de "Caperucita Roja en Helicóptero". Esta me hizo surgir de un solo vistazo, una risa agradable.

Esta idea es sencilla: consiste en tomar un cuento común, tradicional y hacer una secuencia de palabras o ideas del cuento, pero agregarle una palabra fuera del contexto del cuento, y de ahí inventar una historia sacada de contexto. Así que me lanzaré a la invención. El cuento del cual quiero basar mis historia es el flautista de Hamelin, no creo que haga falta relatar de que se trata pues es conocido.

"Comida, ratas, malos, alcalde, florines, niños".

El Flautista de Hamelin y los Malos

En una villa lejana en la afueras de Alemania, se encuentra Hamelin, una villa tranquila de hermosos parajes y de lontananza adornada por bellos tapetes de hierba ver y montañas con sombreros de nieve.

Pero en esta hermosa villa hay grandotototes problemas. ¡Ratas! Hay ratas por todos lados: en las sopas, en las tiendas, en las barbas de los señores, en los toneles de azúcar, en los sombreros de los habitantes de Hamelin. Se comían todo: los quesos, las carnes, las frutas, las verduras, todo lo que hubiera de comer las ratas los devoraban.

Perocupados por la plaga de ratas, los habitantes de Hamelin, acudieron desesperados al alcalde de Hamelin, para hacerle saber que tenía que hacer, lo que fuera para echar lejos de ratas de Hamelin. El alcalde también desesperado, ofreció desde el tribunal una bolsa llena de monedas y florines para aquel que pudiera hacer huir las ratas".

De repente, y detrás de todo el pueblo amasado enfrente del tribunal, apareción un hombre extraño, muy delgado de aspecto andrajoso, sin barba ni bigote, pero con una sonrisa de polo a polo. Este hombre entonces gritó a todo el pueblo: ¡Yo echaré las ratas! Todo el pueblo se dio media vuelta para verlo, incluso el alcalde levantó estupefeacto su mirada para observar de quién había presentado esa sorprendente oferta.

De nuevo el extraño hombre dijo: Sí, yo echaré, para que no vuelvan a ver jamás las ratas, no quedara una en toda Hamelin. Solo denme la bolsa de dinero que el alcalde ha ofrecido pagar, a quien pueda echar a las ratas y yo lo haré. Cambiando el semblante de sus rostros, de confusos a felices, el alcalde y el pueblo le dijeron: si tu haces el trabajo que te has propuesto te pagaremos tu precio.

Así que satisfecho por el trato, el flautista empezó a  soplar en su fluta. Más bien una sonata alegre, melodiosa y festiva, cuando de de repente se empezó a observar que desde la ciudad venían ríos de ratas, de todos lados venían, y se posaban delante del flautista, quietas atentas y como esperando órdenes de él. El flautista siguió andando y tocando, y las ratas siguieron marchando y saltando detrás del flautista. Finalmente, él las hizo guiar hasta el río que cruzaba por los límites de Hamelin y las hizo arrojar allí, con sus notas musicales, hasta que se ahogaron y murieron.

El pueblo sorprendido entonces, gritó en júbilo por la decandencia del imperio de las ratas. Y el flautista muy complacido por su trabajo, pidió al alcalde su recompensa por su excelente trabajo. Con aire arrogante el alclade rehusó pagarle, y entonces el pueblo se unió a la negligencia del alcalde, riéndose sin importarles si se trataba de una injusticia.

Colérico, el flautista entonces dijo: puesto que han rehusado pagar con justicia lo que me debían, tocaré y tocaré mi flauta, y sacaré a todos los bandidos, malos, asesinos, estafadores, corruptos, ladrones y a toda persona que se ocupa en hacer el mal de Hamelin y los llevaré lejos sin que los vuelvan a ver en sus vidas. Y así, con el publo sorprendido, el flautista empezó a soplar su flauta y  muchos, todos de los bandidos empezaron a salir de sus escondites y de sus puestos de trabajo. Y al igual que las ratas empezaron a seguir casi hipnotizados al flautista sin dar nungún quejido ni protesta.

Finalmente, el flautista abrió por dos una enorme montaña, y emepezó con unas tonadas entrar a todos los bandidos de Hamelin, hasta que finalmente también entró él, desapareció. El pueblo quedó sin palabras ante tal rara y confusa acción del flautista, pues en otro cuento él se robaría a los niños no a los corruptos.

Este cuento ha seguido las ideas de Rodari tal como lo he expuesto en párrafos anteriores. Espero sea del agrado de los lectores, pues podrán dievertirse creando argumentos alternos y diversos a los cuentos e historias tradicionales como las conocemos y además, servirá para estimular el inventivo de los niños a quienes infundimos el aprecio por la gramáticaa de la fantasia.

Carlos Saavedra.



1 comentario: